Hace una semana estuve en Las Vegas por trabajo y aproveché para conocer un poco la Ciudad, los hoteles y asistir a un show: "O" de Cirque du Soleil.
Primero que nada quiero decir que en lo personal la Ciudad me pareció como un gran lugar de fantasía, como un parque de diversiones en el que todo es de mentira. Los hoteles son lindos (algunos) y hacen una buena réplica de lugares como París, Venecia (uno de mis favoritos), Nueva York o Egipto. Pero creo que a excepción del Wynn y el Bellagio, que coincidentemente son hoteles no temáticos, me parecieron poco elegantes y delicados.
Eso sí, entrar al Wynn es un lujo. La estructura color cobre que refleja los rayos de sol en un color espectacular (como en la foto) es tan sencilla y elegante que captura a cualquiera. Las tiendas de marcas como Chanel, Louis Vuitton y todos los diseñadores que a mi me parecen tan caros y por quienes nunca pagaría los precios que cobran por un simple bolso o una mascada (como el caso de Hermès!) rodean el edificio y se encuentran en el Lobby del hotel como si fueran tiendas de souvenirs en cualquier Holiday Inn. Supongo que son los "recuerditos para llevar a casa" de los ricos.
El día de trabajo fue en el Venetian. Una réplica de Venecia con canales, gondoleros con camisetas de rayas rojas y blancas cantan "O Sole Mio" para dar más realismo al lugar y un techo que simula el cielo se levanta en todo el centro comercial que termina en "La Plaza de San Marcos" en donde se pueden disfrutar auténticos helados italianos (por $5.50 la bola por supuesto).
Nos estábamos quedando en el Hotel New York, New York así que la caminata hasta el Venetian fue larga (un vendedor decía graciosamente que en Las Vegas el hotel de enfrente se encuentra a una milla, todo en Las Vegas está a una milla, ¡muy atinado su comentario!). Así que con zapatos de tacón y pantalón de vestir los resultados fueron desastrosos. No por el pantalón, sino por los zapatos. Unas ampollas tamaño moneda de veinte pesos de los antiguos me salieron en los pies. Vaya dolor. Esa noche tuve que romperlas con agujas para poder seguir caminando.
Esa noche decidimos aprovechar de uno de los tantos espectáculos que ofrece Las Vegas. "O" del Cirque du Soleil que se presenta en el Teatro del Bellagio cada noche fue el elegido. Caminamos hasta llegar a las fuentes que amenizan cada 15 minutos con un pequeño repertorio "acuático-musical" en el lago frente al Bellagio y al Caesar's Palace.
El show fue espectacular. Lo disfruté enormemente y fui tocada por la sensibilidad de la música y el arte de sus protagonistas aunado a su destreza y habilidad en las maniobras del circo: trapecistas, contorsionistas, payasos y todos los elementos del circo tradicional llevadas al máximo arte en la interpretación de la obra. Me pareció fantástico. Ya había tenido la oportunidad de ver Saltimbanco en Barcelona y me pareció igualmente impresionante, pero este show agrega un elemento vital: El agua.
En conclusión puedo decir que para mí, Las Vegas vale la pena por sus shows y conocer sus hoteles (si se ven como un parque de diversiones en donde todo es ilusión y no como una verdadera joya arquitectónica como son los originales), pero como no apuesto, no bebo y no me voy de fiesta, el resto no me parece en lo más mínimo atractivo. Ni su gente (por momentos hasta me sentí insegura), ni sus prácticas (durante todo el strip reparten tarjetas para contratar servicios de mujeres), ni sus calles (son sucias).
Quizás vuelva a Las Vegas algún día, pues hay muchos shows que estaría encantada de ver. Pero si vuelvo, me quedaría disfrutando del hotel y saldría sólo para disfrutar del espectáculo.
What happens in Vegas, stays in Vegas dice el dicho, pero yo me traje muchas fotos.