Hoy ha sido un día difícil, un día muy triste, gris (como el clima). Todavía no puedo creer que casi 40% del País haya decidido borrar su disco duro interno y dejar pasar 71 años de corrupción, violencia, robos, engaños e impunidad. 71 años en los que los líderes del PRI saquearon el País, se hicieron millonarios a nuestra costa, a costa de nuestro trabajo y esfuerzo. 71 años en los que taparon fraudes, protegieron líderes sindicales, mataron o mandaron matar gente y negaron los procesos democráticos en nuestro País. En resumen, 71 años de dictadura disfrazada. No lo puedo entender.
No es porque piense que "huir" es una solución, pero en el año 2002 me fui de México después de algunos años complicados. En el año 2000 me asaltaron en mi casa, me amagaron, amordazaron y amenazaron con abusar de mi. Me dejaron impotente, triste, enojada, enrrabiada en contra de México, en contra de mi Patria, en contra de muchas cosas. Todavía recuerdo el abrazo tan fuerte que le di a mi papá cuando llegó a ver si estaba bien y se le salieron las lágrimas. El año siguiente, volvieron a amenazar a mi familia, mi tranquilidad y mi paz. Mi hermano se vio envuelto en otro asalto (de nuevo en nuestra casa) y una de las señoras de mi casa sufrió un shock que la dejó muy mal. Cada vez escuchaba más sobre la violencia y la impunidad. Mi otro hermano fue asaltado en un Blockbuster cuando rentaba películas tranquilamente y mi papá fue asaltado, golpeado y dejado tirado después de haberle dado vueltas en el coche mientras lo amenazaban con matar a su familia si levantaba una denuncia... eran policías federales.
Encontré mi camino fuera de aquí, en donde podía salir sin miedo. Los primeros días en Barcelona brincaba si alguien se me acercaba mucho caminando por las calles, volteaba para todos lados de forma un tanto paranóica. Estaba acostumbrada a vivir con miedo. Poco a poco, me acostumbré a poder moverme en el transporte público sin sentirme amenazada, sin sentir miradas sospechosas. Me acostumbré a que podía hacer una vida fuera de cuatro paredes (en México estaba acostumbrada a salir de mi casa en coche, llegar a una oficina, salir en coche, llegar al gimansio, salir en coche, llegar al cine, salir en coche, visitar a alguien y salir en coche). Me acostumbré a que podía moverme en bici sin temer a que un taxista cafre o un microbusero incivilizado me atropellara. Me acostumbré a que podía ir a cualquier sitio sin que me vieran con rencor por ser rubia o tener los ojos claros pues en todas las ciudades en las que viví, no había resentimiento social. Me acostumbré a que no me rayaran el coche si lo dejaba estacionado en la calle. Me acostumbré a no sentir un hueco en el estómago si no encontraba mi coche pues lo más lógico era que me había equivocado de calle, no que se lo habían robado, como alguna se robaron mi coche o en más de una ocasión me lo encontré con el "cristalazo" para sacarme el radio o el contenido de la cajuela. Me acostumbré a que podía moverme sola a cualquier hora sin tener saltos taquicárdicos. Me acostumbré...
Los años pasaron y vi que México había evolucionado, me di cuenta (cada vez que venía) que había menos contaminación, que las calles se sentían más limpias, que cada vez menos gente hablaba de asaltos y secuestros exprés (que se pusieron de "moda" la década pasada), que la clase media tenía acceso a más facilidades: coches (notaba que el parque vehicular era mucho más moderno), casas, créditos, diversión, cultura, y educación. Me di cuenta que cada vez me sentía menos observada aunque el color de mi pelo y el de mis ojos seguía siendo el mismo. Los factores macroeconómicos no mentían: México estaba creciendo, México tenía una tasa de desempleo muy baja, una inflación muy manejable, los niveles de deuda eran excelentes para un País en desarrollo y las reservas internacionales eran las más altas de la historia de nuestro País. México estaba en un gran lugar, sobre todo considerando que la crisis que empezó en el 2008 le había pegado muy fuerte a Estados Unidos y a Europa.
Me di cuenta que volver a México "no era tan grave" cuando las cosas se pusieron difíciles en Estados Unidos. Me di cuenta que una puerta, que pensaba estaba cerrada, se abrió. Decidí que valía la pena probar una vida en mi Patria, cerca de mi familia y amigos de muchos años. Así que decidí volver.
Este año y medio ha tenido cosas muy positivas. Me gusta el lugar en donde vivo, me gusta estar cerca de mi gente, me gusta tener oportunidades de trabajo -tanto en Marketing como en fotografía-, me gusta mi cultura, mi comida, mis tradiciones, me gusta viajar en nuestros pueblos y admirar nuestra naturaleza... me gusta mi País. Por supuesto, en estos 18 meses he renunciado a muchas cosas que se obtienen en Países desarrollados. Aún nos falta un largo trecho por recorrer para conseguir estas cosas, pero han sido meses positivos, meses en los que tenía la esperanza de un México mejor.
El regreso del PRI al poder me hace pensar muchas cosas. No soy derrotista, no soy una persona negativa, pero el retroceso que para mí significa que el partido que creó todas las malas prácticas gubernamentales, esté de regreso, es un golpe muy duro. No tolero la falta de civismo, no tolero las ineficiencias de las oficinas públicas, no tolero la burocracia, no tolero la corrupción, no tolero la violencia, no tolero la impunidad, no tolero la "mordida" y la actitud de "pos ni modo". Simplemente no lo tolero. Condeno el que los poderosos se hagan ricos a costa de los que trabajamos cada día para ser mejores, pagamos nuestros impuestos para recibir del gobierno mejores infraestructuras, servicios públicos, protección de los derechos humanos, educación, oferta cultural y seguridad y ellos los usen para subsidiar sus vidas de abusos y extravagancias. Condeno a los políticos que son criminales y pactan con criminales y no se les persigue. Condeno las mentiras y el engaño.
Sí, hoy es un día gris y tengo mucho que poner en la balanza, tengo mucho que pensar.